Ud y música árabe
Hola, y bienvenidos a este concierto didáctico sobre ud y música árabe en el que, con partes más o menos iguales de música y palabra, vamos a hacer un viaje introductorio por el mundo de la música árabe y su instrumento principal. No solo vamos a escuchar algunas piezas clásicas del repertorio árabe interpretadas al ud, sino que también vamos a descubrir las propias características de la música árabe y de este instrumento, y algo sobre su historia y sobre el contexto el que se desarrollan- La idea es que, además de que conozcáis algunas piezas de ese repertorio y disfrutéis del concierto como tal, tengáis también algo más de información sobre la música árabe, para que así podáis entenderla y apreciarla mejor. Y también, porque ese conocimiento de la música árabe, en tanto que tiene diferencias importantes con la música occidental, creo que ayuda a que entendáis y disfrutéis mejor la música occidental a la que estamos más habituados dentro de nuestro contexto cultural.
Probablemente, para la mayoría de los que estáis escuchando este concierto, la música árabe no es lo que podríamos llamar vuestra música "nativa". Habréis crecido escuchando otro tipo de música, y os gustara hoy escuchar música que pertenece de una u otra manera a nuestra cultura occidental. Pero aunque esa música occidental tenga muchas formas -os puede gustar el rock, el pop, el tango, la música clásica, o la música celta-, en realidad todas ellas se construyen alrededor de unas mismas ideas. Tendemos a tener una visión demasiado etnocéntrica y a pensar que esas ideas se aplican a todas las músicas, pero no es así. Veremos más adelante que la música árabe tiene fundamentos que no coinciden con los de esas otras músicas; son músicas que, aunque nos parezcan muy distintas entre sí, comparten una base común, y esa base no es la que se utiliza en la música árabe.
Esa frase tan repetida de que la música es un lenguaje universal es cierta pero con matices. Descubrir otras músicas que se basan en conceptos y enfoques distintos a los de la nuestra sirve para puntualizar esa supuesta universalidad. Y ese es, como digo, uno de los objetivos que hay detrás de este concierto didáctico.
He comenzado con una pieza muy popular dentro de la música árabe, titulada Bint Al Shalabiya, que proviene del repertorio sirio, y que a su vez tiene su origen en otras piezas probablemente del repertorio andalusí. Bint Al Shalabiya quiere decir "la chica de Shalabiya", y algunas interpretaciones sugieren que ese Shalabiya hace referencia a alguna antigua ciudad andalusí, probablemente Sevilla.
No nos vamos a ir muy lejos de Sevilla, porque lo primero de lo que voy a hablaros es del ud, de este instrumento tan relevante dentro de la música árabe, y no lejos de allí, en Córdoba, sucede una parte importante de su historia.
El ud es el instrumento rey de la música árabe. Juega el papel que tendría el piano dentro de la música clásica occidental, o la guitarra dentro de la música popular europea. Es el principal instrumento solista, el principal instrumento de acompañamiento, ya sea tocado por un músico que acompaña a un cantante o por el propio cantante acompañándose a sí mismo, y es también el instrumento que los compositores de música árabe tradicionalmente utilizan para componer sus obras.
El ud es un instrumento muy antiguo, se tiene evidencia fundamentada de su existencia desde alrededor del siglo II, y es el ancestro principal de la mayor parte de instrumentos de cuerda que conocemos en nuestra música occidental y que tienen un aspecto similar, con un cuerpo y un mástil. Es decir, el laud, la guitarra, etc.
A pesar de esa evolución que da lugar a otros instrumentos, dentro del contexto árabe el ud es un instrumento que ha evolucionado muy poco en los últimos siglos, y que tiene desde hace bastante tiempo una forma bastante estable. El ud que se toca en al-Ándalus es prácticamente igual al ud que llega hasta nuestros días. De hecho, el que podemos decir que es el último gran cambio en su historia se produce en Al Ándalus mismo en el siglo IX de la mano de un personaje muy importante dentro de la sociedad andalusí conocido como Ziryab, y que estaba afincado en Córdoba. Ziryab es el fundador del primer conservatorio de Al-Andalus, que a su vez es uno de los primeros del mundo, y como interprete y conocedor del ud aporta cambios muy trascendentes que son los que podemos decir que terminan de darle su forma más o menos definitiva
Otra de las aportaciones de Ziryab es que él es el primer compositor de una forma musical llamada moaxaja, una forma que a partir de entonces gana mucha popularidad y que se interpreta y se compone hasta el día de hoy. Vamos a continuar el concierto con una de esa moaxajas, probablemente la más conocida de todas ellas, titulada Lamma Bada Yatathana.
Después de esta moaxaja, que como digo es una forma musical muy característica de la música árabe y que todavía se toca, vamos a escuchar una pieza que forma parte de otro repertorio distinto, pero en cierta forma relacionado, y en el que el ud también participa. El ud, como hemos dicho, deriva en otros instrumentos que hoy forman parte de la música occidental, y en particular el laud, que es un instrumento muy representativo de la música medieval europea, pero el ud no solo llega así, transformado, a esa música medieval, sino que él mismo convive con ella. Las culturas que habitaban en la península Ibérica no eran estancas y había un intercambio entre ellas. Lo podemos ver, por ejemplo, en las Cantigas de Santa María, esa obra monumental que escribió Alfonso X El Sabio, que recopila canciones en honor a la Virgen, y que ademas de la música en sí incluye una colección de grabados e ilustraciones. En algunos de estos grabados se pueden ver representados músicos que tocan un ud, lo cual demuestra que, a pesar de las diferencias entre las músicas árabe e hispana, el mismo instrumento se utilizaba en ambas y era lo suficientemente versátil.
Esta que voy a tocar a continuación es la Cantiga número 353 de las 420 que contiene la colección completa.
Al acabar la Reconquista, el ud desaparece, queda como un instrumento proscrito, por ser muy representativo de la cultura árabe. Fuera de la peninsula Ibérica, por supuesto, se sigue utilizando, continua siendo su instrumento principal, y como hemos dicho apenas cambia. Lo que nos queda aquí es el laud medieval, que es una evolución directa del ud para adaptarlo a las características propias de la música medieval de occidente. Por ejemplo, el laud tiene trastes, mientras que el ud no los tiene. Veremos más delante por qué la presencia de esos trastes es en cierta manera una ventaja para nuestra música, pero no es compatible con la música árabe ni con la manera en la que ha de interpretarse.
Fijémonos en la etimología de esa palabra: laud. Laud deriva de al-ud, que quiere decir "el ud". Cuando esa palabra cruza los Pirineos, se convierte en francés en luth. El artesano que fabrica o repara ese luth es el luthier, y esa es la palabra con que se designa hoy de manera prácticamente universal a quien se dedica a construir o arreglar instrumentos de cuerda, principalmente guitarras y violines. Pero en su origen no están esos instrumentos, las guitarras y los violines, sino el ud.
El ud se convierte en laud, el laud se extiende por Europa, y los musulmanes abandonan la península llevándose su instrumento y su tradición musical. Otra cultura, otro pueblo que también es expulsado de la peninsula Ibérica es el pueblo judío en 1492. Estos judíos expulsados por los Reyes Católicos conforman lo que se conoce como pueblo sefardí, y en su música el ud tiene también un papel muy importante. El repertorio sefardí se compone principalmente de canciones, es decir piezas con letra para cantarse, y la letra de estas canciones está escrita en ladino, una lengua que proviene del castellano medieval pero que tiene elementos del hebreo. El ud era el instrumento que se utilizaba como acompañamiento para cantar esas canciones.
Vamos a escuchar, aunque sea en forma instrumental, una de esas canciones sefardís. Esta que voy a tocar a continuación se llama Los Bilbilikos cantan. Bilbilikos en ladino quiere decir "ruiseñores".
Después de escuchar cómo cantan esos ruiseñores, vamos a comenzar a hablar sobre la música árabe y sobre esas características que la diferencian de nuestra música occidental. Para ello vamos a dejar al-Ándalus, la música sefardí y la música medieval europea, y vamos a escuchar una pieza egipcia más o menos contemporánea, lo que podríamos llamar un clásico moderno de la música árabe. Es una pieza de Farid al-Atrash, que fue una figura importantísima en el Egipto de mediados del siglo XX, y que es probablemente el interprete de ud más famoso del siglo dentro de la música árabe.
Esta pieza suya que voy a tocar se titula Raqsat al-Yamal.
Raqsat al-Yamal, de Farid Al Atrash. Un raqsat es una pieza generalmente instrumental, como esta que acabo de tocar, y está pensada para acompañar al baile. En particular para acompañar a lo que se conoce como raqs sharqui, o danza del vientre, de la que seguro que habréis oído hablar. Aunque yo la he tocado solo con el ud, podéis imaginar que lo más habitual es que ese acompañamiento lo haga un grupo. En su forma más simple, un grupo formado por un ud y alguna percusión, y en su forma más compleja, lo que se conoce como un tajt, que es la formación típica, clásica, dentro de la música árabe.
Vamos a hablar algo más de ese tajt, porque me va a servir para luego explicaros algo. El tajt lo componen un total de seis instrumentos, cuatro de ellos melódicos y dos rítmicos, de percusión. En los melódicos, además del ud, encontramos en primer lugar el violín, que es el mismo que tenemos en la música occidental, porque aunque hay en la tradición árabe otros instrumentos de cuerda frotada, todos ellos quedaron más o menos en desuso desde la llegada del violín al mundo árabe. Junto a ellos tenemos el ney, que es una flauta de caña, y el qanun, que es un tipo de cítara. Y en los instrumentos de percusión, tenemos el derbake o darbuka, que es un tambor de copa, y el riq, que es un tambor de mano con sonajas, semejante a una pandereta pero más pesado y que se toca de una manera completamente distinta a la de un pandereta. Estos instrumentos aparecen en distintas combinaciones, generalmente de manera individual, siendo raro que aparezcan en un mismo tajt varios intérpretes de un mismo instrumento. Veremos en breve la razón por la que esto es así.
Fijaos que he dicho que tenemos en el tajt cuatro instrumentos melódicos y dos de percusión, pero no he hablado de ningún instrumento armónico. Esto es porque no hay instrumentos armónicos en la música árabe, y es así ---y aquí tenemos una de esas características distintas que mencionaba yo al comienzo---, porque la armonía no aparece en la música árabe. A diferencia de la música occidental, que es polifónica, la música árabe es monofónica. Esto quiere decir que no hay varias notas distintas que suenan al mismo tiempo, ya sea que vengan de un mismo instrumento o de varios, sino que todos tocan lo mismo y al mismo tiempo.
Pensad en un conjunto de música occidental, da igual que sea un grupo de rock o un cuarteto clásico de cuerda. Cada uno de los instrumentos, incluyendo la voz si la hay, va a tener una partitura distinta. Ese cantante va a cantar una melodía, el bajo va a hacer unas notas distintas, el piano acompañará con unos acordes, y la guitarra hará lo propio con algo diferente. Todos eso en conjunto, al sonar simultáneamente, encajará y sonará de manera armoniosa, y eso es lo que conocemos como armonía. Pero en la música árabe no es así. Todos los instrumentos tocan lo mismo, y la partitura, de haberla, es la misma para todos los intérpretes.
Lo primero que uno puede pensar es que la música árabe es muy simple, muy poco evolucionada. Tenemos que remontarnos muchos siglos atrás para llegar a un punto en el que la música occidental era monofónica, la polifonía se comenzó a desarrollar hace mucho y ha evolucionado enormemente desde entonces. Efectivamente, la música árabe es muy simple, pero simple solamente desde el punto de vista de la armonía, no de manera global. más allá de eso, puede ser muy compleja, tanto como cualquier otra música, lo que sucede es que esa complejidad la tiene en otros aspectos distintos.
En general, una pieza musical puede tener riqueza en tres ejes distintos, que son la armonía, la melodía y el ritmo, las tres componentes fundamentales de la música. En la música árabe, no hay una gran riqueza armónica, porque ni siquiera hay una armonía como tal, ya lo hemos dicho, y en este sentido sí que es pobre. Sin embargo, si pensamos en el ritmo, ahí ya tenemos una gran riqueza y una variedad rítmica que incluso podríamos decir que supera a la de la música occidental. Son habituales los ritmos complejos, y también lo son las piezas con diversos cambios de ritmo. En comparación, la música clásica europea es más monótona rítmicamente.
Y si nos vamos a la complejidad melódica, es cierto que encontramos melodías muy elaboradas en la música occidental, pero no llegan tampoco al nivel de complejidad y sofisticación de la música árabe. Hablaremos a continuación de esto, porque aquí entra otra de esas características diferenciales de la música árabe, pero para poder explicarlo, primero necesito tocar otra pieza más.
Esta pieza que acabo de tocar es otra de esa moaxajas de las que ya hemos hablado, titulada Jadaka Al Gaithu, y tiene la particularidad, que me va a servir para explicar esa mayor riqueza melódica de la música árabe que he mencionado, de que no puede tocarse en un piano. Tampoco en una guitarra, o en un arpa o en un acordeón, o en la mayoría de instrumentos que estamos acostumbrados a ver en nuestro contexto cultural. Y eso es así porque esta canción tiene notas que esos instrumentos no pueden dar, notas que no utilizamos en la música occidental. Lo que llamamos sistema tonal de la música árabe es distinto al sistema tonal occidental.
Voy a intentar explicaros lo que eso quiere decir.
Fijaos, esto es un do.
Y esto es otro do en una octava más alta.
Entre estas dos notas, tenemos un continuo de infinitas notas. Al no tener trastes, esto se ve bien en el ud.
De estas infinitas notas, no usamos todas ellas, sino un número reducido. Es decir, unas posiciones determinadas dentro de la longitud que tiene la cuerda en el instrumento. En el caso particular de la música occidental usamos 12 notas dentro de una octava. Serían, si estuviéramos en un piano, 7 teclas blancas y 5 negras, y al cabo de ellas volveríamos a la misma nota en la siguiente octava. El hecho de que usemos 12 notas y no otro número distinto es en realidad arbitrario y obedece a razones históricas, pero hay otras maneras de elegir dónde poner esas notas y cuántas de ellas incluir en una octava. En la música árabe, en lugar de 12 tenemos 24 notas, es decir, el doble. Entre cada dos de nuestras notas, hay otra más. Esta pieza que acabo de tocar tiene algunas de esas notas intermedias, y es por eso que, como he dicho, no se podría tocar en un instrumento que está diseñado pensando en solo 12 notas.
La riqueza melódica de la música árabe, sin embargo, no está solo en la cantidad de notas, sino en cómo se utilizan. Una nota en la música occidental es un punto concreto, mientras que en la música árabe no es algo tan preciso, tan exacto, hay un margen para "desafinar", y ese margen se utiliza para dar expresividad, para añadir una dimension adicional a la melodía. Podéis pensar en la música occidental como un idioma que tiene distintos vocabularios, distintas expresiones según la región, pero en la que todos sus hablantes tienen idéntica pronunciación, un único acento para todos ellos. Y la música árabe como un idioma que, además de esa riqueza en el vocabulario, tiene acentos distintos en cada lugar.
Hay quien dice, en un símil que a mí me parece muy bonito, que la música occidental es como un libro escrito con letras de imprenta, cada una de ellas aislada, individual, separada de las otras, y la música árabe es como un libro escrito a mano, en caligrafía, con las letras enlazadas entre sí. Hay muchas maneras distintas, ya sean más o menos poéticas, de contar esta idea, pero espero que más o menos entendáis la diferencia que hay.
Para poder tener esa dimensión extra en la expresividad de las melodías, los instrumentos tienen que permitirlo. Es por eso que los instrumentos de la música árabe son como el ud o como el violín, con ese continuo de notas en lugar de unas fijas. Podríamos añadir más trastes a la guitarra para que tuviera 24 notas por octava, pero aun así no serviría para tocar una melodía árabe con su expresividad característica. Nos permitiría tener todo ese sistema tonal de 24 notas, pero no jugar con esas notas de la manera en la que lo podemos hacer con un ud.
Esto también explica en parte por qué no hay instrumentos armónicos. Podríamos dar acordes en el ud, pero no es fácil, es complicado hacer que suenen bien afinados.
Para tener esa mayor flexibilidad melódica, tenemos que sacrificar la capacidad armónica. No es posible tener ambas a la vez. A cambio de perder la riqueza armónica, se ganan más posibilidades melódicas.
Así que ya tenemos las que son, quizás, las características más importantes de la música árabe, y las que la diferencian de la música occidental: la ausencia de armonía, y el uso de un sistema tonal propio con más notas y una manera algo distinta de entender estas.
Vamos a continuar el concierto con dos piezas que son ejemplos típicos de dos de las formas musicales más extendidas e importantes de la música árabe, la longa y el samai. Cuando digo formas musicales, me refiero a la unión de uno o varios ritmos (recordad esa riqueza rítmica de la que yo hablaba), junto con una estructura. En estos dos casos en particular, esa estructura está formada por una serie de fragmentos que desarrollan un tema melódico, entre los cuales se intercala lo que podríamos denominar un estribillo que se repite. Lo vais a distinguir claramente cuando lo escucháis. Esta primera pieza es una longa, conocida como Longa Ryad, en referencia a su compositor, Ryad al-Sunbati, uno de los compositores e intérpretes de ud más importantes de la primera mitad del siglo XX.
Como veis, la longa es una pieza rápida, vivaz, y con un ritmo más o menos simple y constante. Y tiene esa estructura que os comentaba, con un estribillo que aparece tras cada parte. El samai es similar en cuanto a la estructura, pero tiene un aire mucho más meditativo, más pausado, y una rítmica más compleja. Este que voy a tocar se llama Samai Lami y es una pieza de origen iraní.
Hemos visto cómo el ud está presente en el mundo árabe y en su música, hemos visto las características de esa música, y cómo en su día estuvo presente en la península Ibérica. Ese ud de los tiempos de al-Ándalus no llega al resto de Europa en esa forma original, ya lo sabemos, sino evolucionado, principalmente como laud, pero sí que, por otros caminos, alcanza otros lugares y otras músicas y se integra de diversas maneras en ellas. El ud es el instrumento principal de la música árabe, lo hemos dicho, pero eso no quiere decir que sea exclusivo de ella.
Lo que vamos a ver ahora son algunos ejemplos de esas otras músicas, para poner el ud en un contexto algo distinto, y también ver así un poco la amplitud territorial y cultural que ha alcanzado el ud, más allá de la música árabe, y cómo es un vehículo para la conexión entre distintas culturas. En un instrumento con una historia tan larga, es de esperar que traiga tras de sí un viaje cultural también largo y variado, y vamos a dejar aquí algunas pinceladas de ese recorrido.
Vamos a empezar con una pieza turca, una tradición musical en la que el ud juega un papel también muy importante, y que comparte no solo ideas y conceptos con la música árabe, sino también algunas formas musicales o incluso piezas y obras que se interpretan en ambas tradiciones, cada cual con sus particularidades. Una buena parte del repertorio árabe viene de la tradición musical otomana, y es compartida con la música turca.
Esta pieza que voy a tocar es una de esas composiciones, se llama Uskudar en la música turca, y ese el nombre con el que se la conoce más habitualmente, pero también la encontramos dentro de la música árabe, donde lleva el título de Banat Iskandaria. Es una obra particularmente universal, porque esta misma melodía aparece con otro nombre y otra letra en las músicas de Grecia, Albania o Macedonia, entre otras. Aunque, como digo, fuera de esos lugares se la conoce sobre todo como una canción del folclore turco.
Después de esta pieza turca voy a pasar a una pieza de origen griego y que también aparece en la música armenia. El ud tiene un papel más secundario en estas tradiciones musicales, pero aun así está presente, y es importante en el recorrido de esta canción en particular desde ese origen hasta una versión más actual que probablemente podáis reconocer. Voy a tocarla primero y luego os cuento ese viaje.
Muchos habréis reconocido esta pieza, llamada Misirlou, por haberla escuchado en una versión de los años 60, adaptada por el guitarrista Dick Dale en estilo de lo que se conoce música surf, y que además aparece en la película Pulp Fiction. Dick Dale era americano, pero su padre, que tocaba el ud, era de origen libanés, y es de él de quien aprendió esta composición.
Como he dicho, esta es una pieza que también está dentro del folclore armenio, y voy a continuar con otra que también lo está y que en este caso es más específica de él, llamada Karun Karun
Ahora vamos a salir de la región del Levante, y vamos a bajar hacia África. Hay música árabe y hay ud en el norte de África, por supuesto, y a medida que nos alejamos y descendemos hacia el sur, todo ello va desapareciendo, pero no lo hace de la misma manera. En particular, lo que sucede es que la música cambia, tiene otro sonido, otro repertorio, se basa en otras ideas, pero el ud sigue utilizándose, y queda una combinación de este instrumento árabe, o característico de la tradición musical árabe, con una música que no tiene nada de árabe y sí mucho africana. Sucede, por ejemplo, en la región de Nubia, entre Egipto y Sudán, donde el ud se combina con las escalas pentatónicas o los ritmos sincopados, que son propios de la música africana o de las músicas de raíz afroamericana, como son el blues o el jazz.
Voy a tocar una pieza en este estilo de la música nubia, y seguro que vais a reconocer en ella una parte importante de esa sonoridad del blues.
Y llegamos así, con esta pieza nubia, a la parte final del concierto, en la que vamos a volver a la música árabe propiamente dicha para ver uno de sus aspectos más importantes y característicos: la improvisación.
La música árabe tiene mucha improvisación, tanta como la que puede haber por ejemplo en el jazz, aunque se entiende de una manera distinta por las propias características de la música. Un intérprete de música árabe tiene que ser capaz de improvisar, lo que quiere decir que tiene que ser capaz de tocar una pieza sin seguir lo que está escrito en una partitura o lo que conoce de memoria. Eso puede significar el crear una melodía sobre la marcha, o bien el variar la estructura de una composición previa en el momento mismo de tocarla, o tocar una melodía ya existente pero inventando una ornamentación o añadiendo una notas adicionales a esta. Sin esta parte de improvisación, la música árabe no está completa, porque esa espontaneidad y esa creatividad improvisada está en su naturaleza y es otra parte característica de la tradición musical árabe.
Seguramente os habréis dado cuenta de que, en algunas de las piezas que he tocado, antes de arrancar lo que sería la melodía del tema propiamente dicha, he incluido unas introducciones que sonaban algo más libres, más espontáneas. Estas partes son improvisaciones, y son muy típicas de la música árabe. El objetivo es preparar un poco el terreno, presentar el marco melódico en el que se va a desarrollar luego la pieza, jugando, por decirlo de una manera simplificada, con las mismas notas que luego se van a emplear para la melodía en sí.
Esta es, como digo, una de las maneras frecuentes de introducir la improvisación, con una parte inicial improvisada, pero no es la única. Voy a tocar a continuación una tahmila, que es una forma musical que tiene una manera particular de incorporar esas partes improvisadas, en forma de lo que podríamos llamar un diálogo. Esta pieza se llama Tahmila Suznak y es la más popular de las tahmilas y la que se interpreta más habitualmente.
Seguro que habéis reconocido esa parte en la que se da el diálogo. Se va repitiendo una frase fija a modo de pregunta:
Y luego se da una respuesta que cada vez es distinta y es improvisada. Aquí era yo haciendo ambas, porque no hay otros músicos, pero en caso de haber un grupo, lo normal es que todos en conjunto toquen la parte de pregunta, y después cada instrumento solista haga en solitario esa pequeña improvisación de respuesta.
Y después de esta tahmila, y ya para cerrar el concierto, voy a tocar lo que es la expresión máxima de la improvisación en la música árabe, y quizás su forma musical más icónica,: el taqsim. Un taqsim es una pieza instrumental, tocada por un músico solista, y que es completamente improvisada, tanto en la melodía como en el ritmo. Es decir, es una pieza de ritmo libre que se crea en el momento mismo de tocarla. El ud es el instrumento estrella a la hora de tocar estos taqsim.
Antes de tocar yo uno, me gustaría explicar qué quiere decir eso de "una pieza completamente improvisada", porque creo que es interesante entender lo que hay detrás, y sobre todo porque es una idea fácil de malinterpretar. Probablemente al oír que un taqsim es totalmente improvisado, penséis que lo que hace el músico es simplemente dejarse llevar, dejar fluir su inspiración y sus sensaciones a través del instrumento y convertir eso en notas, en música. Es algo orgánico, natural, casi algo místico. En realidad, es muy diferente, y hay bastante de guión, de "receta" por llamarlo así, y tiene sus reglas y su estructura también. La pieza es improvisada en su totalidad, pero sigue unas pautas que no lo son, y que de hecho son bastante rígidas.
A lo mejor os puede parecer que así es algo menos auténtico, menos artístico, pero lo cierto es que el taqsim, con esa filosofía que no es tan esotérica y libre como se puede pensar, es un vehículo perfecto para la expresión musical y para que un interprete cree una pieza musical valiosa y pueda al mismo demostrar el talento que tiene con el instrumento.
Para explicároslo, hagamos lo siguiente: pensad que en lugar de tocar un taqsim, la tarea que tenemos por delante es contar un cuento clásico. Y vamos a ver cómo lo haríamos.
En primer lugar, tenemos que elegir qué cuento queremos contar. No hay muchos, al menos entre los muy conocidos: Caperucita, Blancanieves, El Patito feo... De ese conjunto de cuentos que forman parte de la tradición popular, cogemos uno de ellos. Por ejemplo, vamos a elegir Caperucita.
Todos, si os vierais en esta situación, podríais contar el cuento de Caperucita Roja. Sin embargo, es muy raro que os sepáis el texto literal, palabra por palabra. Lo que sabéis son unas pocas ideas, una serie de momentos en el desarrollo de la historia: Caperucita está con su madre, Caperucita va a ver a su abuela cruzando el bosque, Caperucita se encuentra con el lobo, el lobo llega antes y se come a la abuela, etc. Todo el resto, lo vais a ir inventando sobre la marcha para unir esas escenas, para pasar desde un punto a otro. La trama de la historia os da el marco narrativo, pero el desarrollo es lo que vais a ir creando, y ese marco os facilita un contexto para dar forma a una interpretación que emocione al público y que os permita demostrar vuestro talento teatral como contadores de historias. Podéis usar frase simples o complejas, unas palabras u otras, añadir humor, inventaros nuevos pasajes entre medias de esos que ya vienen definidos, etc. Las posibilidades son infinitas, pero aun así tenéis que respetar esa trama que ya os viene definida de antemano.
Bueno, pues el caso del taqsim es similar. Elegimos un marco melódico dentro de una serie de ellos que son, digamos, tradicionales, y es ese el que nos va a definir una especie de trama. Aquí esas escenas no son tan lineales, no hay que ir una detrás de la otra, sino que serían más parecidas a esos libros de "elige tu propia aventura" en los que vas decidiendo por dónde continuar, pero la idea es muy similar. Y entre esas escenas, esos puntos que no son aquí narrativos sino musicales, el músico va componiendo sobre la marcha la manera de enlazarlos.
Sigamos analizando ese cuento de Caperucita, porque hay más similitudes.
Algo que es importante para que nuestra presentación del cuento sea buena es arrancarlo correctamente. Un inicio sólido nos pone en un buen camino para hacer una buena exposición, y un recurso fácil para lograrlo es usar una frase hecha. "Erase una vez, una niña que vivía con su mamá". De la misma manera, hay frases que podemos usar para comenzar un taqsim, que son frases que podríamos denominar tradicionales, conocidas, y que sirven muy bien para presentar ese marco melódico en el que a partir de ese punto nos vamos a mover.
Algo muy parecido sucede al final del cuento. Lo ideal es rematarlo de una manera convincente, y qué mejor que volver a utilizar una frase hecha. "Y colorín colorado, este cuento se ha acabado", o "Fueron felices y comieron perdices". Si nos vamos al taqsim, tenemos igualmente frases que sirven para esa función, y que se utilizan para ese cierre en lugar de improvisarlo. Esto no es algo que solo veamos en la música árabe, la música árabe también tiene esta clase de remates finales. Por ejemplo:
O las frases que en el blues se conocen como turnarounds:
Es decir, que se utilizan frases ya existentes para el inicio y el final del taqsim, y en el resto el intérprete crea sus propias frases. Si volvemos a Caperucita, vemos que sucede algo parecido, pero hay una parte en el centro de cuento, que no es ni el arranque ni el cierre, en el que no podemos improvisar las palabras. Cuando Caperucita le pregunta al lobo por qué tiene la boca tan grande, el lobo tiene que responder "Para comerte mejor". No vale ahí otra frase distinta. Eso es así porque esa frase es perfecta para ese momento, no vamos a encontrar una alternativa mejor, pero sobre todo porque es lo que dicta la tradición. Podemos desviarnos del cuento canónico en ese recuento que vamos improvisando, pero sería raro hacerlo en ese punto. El público necesita una cierta familiaridad en algunas partes. Sucede de igual manera con el taqsim, que hay ciertos elementos que debemos incluir para que no sea todo él novedoso, sino que lleve al oyente a un terreno conocido y haga evidente sus raíces en la tradición musical.
Es decir, resumiendo, que el taqsim se improvisa sobre una narrativa melódica definida, y que esa improvisación se hace mediante frases que se van creando sobre la marcha y van siguiendo ese recorrido, y apoyándose en otras frase que ya están compuestas de antemano, y que el músico ha aprendido y memorizado anteriormente.
Y ahora sí, vamos a dejar a un lado toda esta teoría, y voy a tocar un taqsim.
Y hasta aquí este concierto, que ojalá hayáis disfrutado, y con el que espero que hayáis aprendido algo más sobre la música árabe y sobre este instrumento que es el ud.
Yo soy Víctor Olaya. Gracias por escuchar.